Caminando, soñando, haciendo…
Soy amante de las caminatas matutinas, para mí, es el momento ideal para meditar y agradecer. Esta mañana fue especial porque aparte de recorrer una buena distancia entre las calles de mi querida Heredia y disfrutar de la imponente vista del volcán Irazú y el volcán Turrialba, recordé de donde viene parte de la fuerza que me inspira para soñar y hacer.
El olor del café y el pan recién horneado de la panadería de la esquina me llevaron al pasado de esa Costa Rica que fue soñada y construida por hombres y mujeres valientes, pero más que eso por hacedores, y con asombro recordé el poder del trabajo en equipo de tantos ciudadanos como Rafael Ángel Calderón Guardia, Manuel Mora Valverde y Víctor Manuel Sanabria Martínez, todos con diferentes ideologías y formación que hábilmente encontraron coincidencias e hicieron posible las alianzas entre grupos heterogéneos para tomar las propuestas del programa del Partido Comunista y las reformas impulsadas como parte de la Doctrina Social de la Iglesia Católica. Esto, para crear la reforma social de Costa Rica en la década de 1940, como La fundación de la Universidad de Costa Rica (1940), la creación de la CCSS (1941), la inclusión del capítulo de Garantías Sociales en la Constitución Política (1942), la promulgación del Código de Trabajo (1943) y otras.
Sigo mi caminata, doblo en la esquina y me encuentro de frente con la fila en la clínica de Cubujuqui y pienso: ¿Qué habría pasado sin esa sinergia y productividad de la década de 1940 donde se abolió el ejército, se crearon las garantías sociales de Costa Rica? No pude más que agradecer, desde que recuerdo, mi salud ha estado al cuidado de la CCSS, soy producto de la educación pública, el código de trabajo me ha cubierto prácticamente toda mi vida profesional, disfruto de energía eléctrica y acceso a las telecomunicaciones desde que nací y mi hijo no está obligado a hacer servicio militar e ir a la guerra, definitivamente soy de parte de las generaciones favorecidas que fue concebida por los sueños y las acciones de los constructores de 1940.
Seguí avanzando en mi ruta con las montañas de Barva de frente y me topé la cuesta de Fátima, de repente, una brisa estupenda me acarició el rostro, refrescó mis pensamientos y comprendí que para conservar estos privilegios que me han sido obsequiados se requiere de esfuerzo, de perseverancia, valentía y carácter.
Empecé mi ascenso en la cuesta, y esta me recordó por su dificultad, los desalentadores resultados en las estadísticas del Estado de La Nación de la situación actual de la educación, el mal estado de la infraestructura, la creciente corrupción, y apreté el paso para superar esta subida sin desanimarme, logrando felizmente completarla con mi corazón acelerado y mis piernas trabajadas, no fue fácil pero si fue posible.
Arrebaté el aire a las montañas de Heredia que han sido testigo silencioso de esa Costa Rica aborigen, colonizada y transformada desde 1940 y recordé mi reciente viaje a la playa de Santa Teresa en Guanacaste, donde en medio del camino de tierra que lleva al pueblo, la maquinaria de la municipalidad trabajaba para darnos paso. Supe inmediatamente que mi fuerza viene de esa combinación de sangre aborigen heredada de mi abuela Virginia y del mestizaje, de la inspiración de la realidad del trabajo en equipo. Me sentí orgullosa de ser costarricense, de construir sin descanso y de trabajar para conservar, junto con el equipo de lujo de DemoLab, ese legado que es la democracia.
También sentí orgullosa de ser parte de un equipo que trabaja por impulsar la participación ciudadana, para generar hoy los cambios que requiere con urgencia Costa Rica y confirmé que las lecturas de educación cívica en mi juventud que realicé debajo de un árbol frente al lago de la Sabana dieron su fruto. Cuando terminé la caminata, llegué a mi casa y confirmé que mi deber ciudadano es trabajar con este equipo inspirado que construye puentes para conservar la democracia, igual que aquellos hombres y mujeres de 1940 que se atrevieron valientemente a soñar, a crear y a ejecutar, porque Costa Rica también es mi hogar, donde puedo soñar, pero ante todo hacer…
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